Convertimos el amor de actos a palabras, de palabras a pensamientos, de pensamientos a memorias; y esas memorias se marchitaron hasta volverse viejos recuerdos. Los guardé por un tiempo; junto a las palabras que dijiste, el viaje que nunca hicimos y el silencio que dejaste.
Ahora me doy cuenta de lo que eras, de porque tenías todos esos tonos brillantes y también obscuros, porque eras frío y calor, miedo y amor, dolor y placer. Es que eras un maldito arcoíris, que necesitaba de lluvia y luz, de nube y sol, y sobre todo, porque no existe un arcoíris que dure la vida entera… o se mete el sol o se acaba la tormenta.